En estos días todo es rapido, fuerte, lindo y increíble. Solo alcanzo a escribir algo que pensé hace unos días aquí en el Amazonas. Mi tercer días tuve la suerte de ir a conocer la selva virgen, la parte del bosque que nada fue cultivado o explotado. Llegar me regaló una emoción indescriptible…arboles altos como edificios de diez pisos, bejucos, aves, serpientes, tarántulas…encontrarse en el medio de todo eso te hace sentir pequeño…sin defensas… el único que parecía no sorprenderse ni tener problemas fue Armando, el guía indigena del pueblo Tikuna.
Mirando con asombro el espectáculo que madre natura me brindaba, me pregunté: por qué los seres humanos quieren acabar con tanta maravilla? Y el hecho de estar ahí, me hizo encontrar una respuesta. No “la” respuesta sino una posible respuesta. Cuando te encuentras en el medio de arboles que miden 40 metros de alto y no alcanzas a ver la otra orilla del rio, puede que de alguna manera te sientas amenazado. La Amazonia solo te da una posibilidad: aceptar tu vulnerabilidad, aceptar ser parte de un “todo” que casi no tiene fin. Puede entonces que el ser humano no alcance aceptar eso: estoy muy seguro que los que cortan arboles en la Amazonia se sientan satisfechos de lo que hacen. Cada árbol que cae significa y representa la dominación del hombre sobre la naturaleza. El hombre contemporáneo se siente más comodo en un lugar donde se contamina y se destruye la naturaleza que en un bosque amazónico donde puede resultar difícil ubicarse.
Por supuesto hay muchos motivos para deforestar y explotar la Amazonia: los cultivos, la madera, el petrolio, pero estoy muy seguro que en algún rincón obscuro del animo humano se esconde también ese miedo, ese deseo de dominar para no ser dominados.
Sin embargo, hermanos queridos, ese miedo no tiene sentido. Dormí con mis compañeros en el increíble bosque primario cerca de un afluente del Rio Amacayacu, fue una de las experiencias más lindas de mi vida. Cuando desperté, me di cuenta que no había nada peligroso: en las cimas de los árboles estaban pasando monos y entre las ramas filtraban muchos Reflejos de Luz. Un abrazo.
Elvio
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