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La justa mezcla entre programar y dejar fluir

Amazzonia, Puerto Nariño

El primer verdadero viaje de mi vida fue un inter-rail entre España y Portugal. Tenía 19 años y era estudiante de primer año de ingeniería, me gustaba planificar bien todo lo que hacía, así que durante un mes me fui a la biblioteca de mi pueblo todas las mañanas, para leer guías y decidir rutas. Mi pobre compañero de viaje, Giuliano, tuvo casi que imponerse cuando, en Lagos, un hermoso pueblo del sur dePortugal, quería convencerme de que nos quedáramos tres días en lugar de los dos que había planeado. ¡UN DÍA MÁS! – pensaba – pero…¡que cosa tan absurda! ¿Como haremos para respetar el plan?. Lo que más me da curiosidad, al pensarlo ahora, es el hecho de que parecía casi que el objetivo fuera “respetar el plan” y no disfrutar el viaje….

Sin embargo, algo dentro de mi debe haber cambiado de una forma muy radical, considerando que, hace dos años, salí de Bogotá con la idea de viajar hacía la frontera con Ecuador, sin saber ni cuales ciudades visitar ni menos cuales rutas tomar. Pasé por Cali, Popayan, San Agustin y Ipiales, de ahí a Rumichaca para pasar la frontera. Sin leer ni un libro ni una pagina de internet, confiaba en las palabras y en las sugerencias de los mochileros que día a día cruzaban mi camino. Fue una manera totalmente nueva de viajar, llena de sorpresas y regalos inesperados. La mañana del 30 diciembre todavía me encontraba en el pueblo de Cotacachi, Ecuador, un poco decepcionado por no saber que hacer: el riesgo de quedarme a festejar solo la llegada del año nuevo era grande. Finalmente todo salió bien: un correo de un amigo colombiano me invitaba a unirme a él y a dos chicos brasileños con quienes estaba en la hermosa playa de Canoa. Pasé un maravilloso 31 de diciembre tomando ron y cantando canciones de salsa y bossa nova, uno de los brasileños dirigía el coro. Me fue bien, pero cabe decir que tuve suerte, y no siempre y no solo se puede confiar en la suerte…

Entonces….cuál es la mejor opción entre programar e improvisar?

A mi me gusta improvisar. Por ejemplo, en este momento, estoy viajando en un bus a Bucaramanga, he puesto la playlist casual y empezó la canción “Niente più” (nada más) del cantante italiano Colapesce, cover de otro cantante italiano de los ’70, Leo Ferrè.

https:\/\/reflejosdeluz.bebidueoleandri.com//reflejosdeluz.bebidueoleandri.com//www.youtube.com/watch?v=uyFIUQEIvfk

Mientras viajas a Bucaramanga, atraviesas paisajes colombianos, tienes a tu lado pasajeros colombianos, en el estomago un desayuno colombiano que se agita debido a los adelantamientos muy colombianos del chofer, escuchar la música de Colapesce/Leo Ferré parece raro: algo como ver una peli a la cual le han substituido el audio…

En fin, improvisar es lindo, puede crear sorpresa y efectos inesperados. Sin embargo, tal vez, llega el momento en que quieres escuchar aquella canción, justo aquella y ninguna otra, quizás una más apropiada al momento en el que te encuentras, entonces te toca elegir, te toca programar. Además, si me “pasan la expresión”,

¡La improvisación es linda cuando es improvisada!

Como músico sé que es importante en los conciertos decidir el orden de las canciones. Sin embargo un día yo y mis compañeros empezamos a escoger las canciones a través de la intuición, viviendo el presente. Se había creado una alquimia con el publico y decidir las canciones rompiendo el esquema de siempre del concierto nos pareció genial. Fue tanto el éxito que decidimos hacer lo mismo al concierto siguiente, pero definitivamente… fue una pésima idea. Eso porque era diferente el lugar, diferente el publico, tal vez diferente nuestro estado de animo, no habían las condiciones para decidir las canciones al instante. Lo que antes hizo que nos sintiéramos seguros y relajados nos volvió incómodos y agitados.

Entonces, quizás, una alternativa podría ser programar pero al mismo tiempo dejar un espacio para las novedades, los imprevistos, los cambios y el mismo fluir de la vida?

Te acuerdas que hace poco escribí que estoy viajando en un bus a Bucaramanga? En el momento que lo escribí era cierto, más o menos hace un mes. Estaba yendo al aeropuerto para ir a Neiva a entrevistar el escritor Juan Camilo Medina. Aun cuando estaba planeando publicar estas palabras, preferí finalmente dejar fluir y escribir sobre nuestro encuentro.

Antes de llegar a Colombia, mejor dicho, antes de entrar en la librería esotérica “El Arcano” donde encontré el libro “Yagé el despertar de Leo”, no podía imaginar que me animaría a buscar y entrevistar su autor. Si ocurrió es porque seguí mi intuición, porque he dejado fluir. Sin embargo, para contactar a Juan Camilo, “tomar” una cita para la entrevista, decidir las preguntas, tuve que programar todo. Cabe decir que no pude imaginar que nuestras charlas sobre la cultura indígena me habrían empujado a irme a conocer la Amazonía. Y antes de irme, acordándome de la experiencia de Cotacachi y su incertidumbre, he preferido leer, informarme, definitivamente: programar. Sin embargo, y acá termino, la decisión de partir la tomé siguiendo el instinto, fascinado por las palabras de Juan Camilo y su poderoso mensaje, de alguna manera, he dejado fluir. No sé si todo esto puede responder a la pregunta de antes, de si hay una opción preferible entre programar y dejar fluir. Digamos que todo esto parece indicar que se puede seguir la magia de la vida, a través de una justa mezcla entre programar y dejar fluir.

p.s. después de pocos días de la entrevista, Juan Camilo me comentó que mi visita había despertado su espíritu viajero. Interpretó mi llegada como una “señal” para irse de viaje. ¡Y lo hizo! Actualmente se encuentra en Ecuador, viajando en moto hacía la Patagonia. Imagino que haya programado un viaje tan largo, sin embargo, si de verdad escogió salir interpretando mi visita como una señal…eso quiere decir que también siguió su intuición y su corazón, dicho de otra manera, ha dejado fluir. Definitivamente, una justa mezcla entre las dos cosas.

Elvio

Santuario Ecce Homo, Villa De Leyva, la noche antes de viajar a Neiva. No sabía lo que me esperaba en aquellos mágicos días….

Santuario Ecce Homo, Villa de Leyva, Colombia

En la moto del escritor Juan Camilo Medina…ahí empecé a pensar que el Universo tenía preparadas algunas lindas sorpresas para mi….

Blog Spiragli di Luce, spiritualitá, in moto a Neiva

Primer día en la Amazonía…

Leticia, Amazonas, Colombia

Segundo día en la Amazonía…

Amazzonia, Spiragli di Luce, Blog di crescita personale

Juan Camilo viajando hacía la Patagonia…

Juan Camilo Medina, viaje a Patagonia en moto

Juan Camilo Medina, viaje a Patagonia, frontera Ecuador-Colombia

Gracias a Laura Avila Rincón para la ayuda y sus valiosas correcciones. ¡Hasta el próximo Reflejo!

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