Hola a todos y bienvenidos. Este Reflejo es un resumen y una reflexión sobre los últimos tres meses en Colombia. Lo voy a dividir en dos partes, en esta primera, La oscuridad cuento sobre el primer periodo que no fue tan fácil y en la próxima, La luz, sobre el segundo que fue maravilloso. Pero…¿como ocurrió ese cambio? Fue casualidad? Suerte? Paso a paso voy a contarlo todo. Quiero anticipar solo que las cosas empezaron a cambiar desde cuando dejé a un lado mis expectativas y decidí dejarme sorprender y confiar.
Llegué a Bogotá el 9 de marzo de este año, 2015. Ya había vivido un año en Colombia, una inolvidable y linda experiencia….y me imagino que todos ya tenemos entendido que es muy fácil quedarse decepcionados cuando se empieza algo con expectativas…
Me fui a vivir en el barrio la Perseverancia que tiene fama de no ser tan seguro. Según el dicho: “A la Perseverancia…se sube a pie y se baja en ambulancia“. Eso es lo que comentan los habitantes de Bogotá sobre el barrio, que aunque está estigmatizado y no es peligroso como lo describen, no alcancé a sentirme seguro viviendo ahí. Tenía sus lados positivos, cuando salía de mi casa, por la mañana, habían niños corriendo en la calle, abuelitos sentados en las puertas de sus casas así como pasa en Italia, y eso me daba confianza y alegría. Pero de noche se trasformaba. Llegando la oscuridad, a poco a poco los abuelitos y los niños desaparecían: las calles se vaciaban de personas y se llenaban de tensión y peligro. A veces salía con Marcela, una compañera de la escuela de Kung fu de la Universidad Nacional; conocía muy bien el barrio y al quedarme a charlar con ella tomando una pola (así dicen en Colombia para referirse a una cerveza) no me sentía inseguro. Sin embargo, entre más pasaban los días, más me daba cuenta que no era el lugar para mí. Además de eso, el mismo día en que llegué se dañó el disco duro de mi computador, y con el desaparecieron imágenes, escritos, canciones, todo mi material de los últimos seis años de mi vida. De pronto hubiera podido ser una buena ocasión para trabajar el desapego sobre esas cosas (y luego…la fue!) pero al principio me dio duro. Y mis amigos de mi primer año de vida en Colombia? Habría podido buscar consuelo y consejos al salir con ellos, pero por algunas razón que no entendí, casi todos ya no me consideraban amigo, con muy pocos volví a salir y muchos me decían de tener compromisos y hasta algunos inventaban excusas o no me contestaban al teléfono: empecé a sentir un sentido de soledad que no sentía desde hace mucho….y para terminar cabe decir que, mientras el primer año había trabajado mucho (como profesor de yoga y de música, dando conciertos, dictando talleres, trabajando en un bar y hasta haciendo el extra en la novela El Capo) en esa segunda estadía parecía que nadie estuviese interesado en ofrecerme oportunidad de trabajo. Incluso el Taller de meditación que tenía ya programado para el final de marzo fue anulado…pues fue un desastre total!
Creo que debería haber tenido paciencia, llegué la primera vez a Colombia en Junio de 2013 y las primeras oportunidades de dieron en octubre, casi cuatro meses después, pues porqué tanto afán? En ese primer periodo no alcanzaba a entender que me pasaba en la cabeza. Quería escapar de Bogotá y irme de viaje pero la soledad no me abandonaba y empezar un viaje solo me asustaba. Y, a parte de eso, había la pregunta: por qué había vuelto a Colombia? Mucha gente me lo preguntaba y yo respondía cosas como “para vivir una experiencia”, “para volver a ver un país que amo”…y todo eso era cierto, pero…en serio, porque había vuelto? Me di cuenta de que no lo sabía y no saberlo me molestaba aún más. Aqui va una bonita canción de un amigo mio muy querido, Andrea Nardinocchi. A pesar de que no se entenderán las letras, la canción expresa precisamente lo que estaba haciendo yo en ese momento, no me dejaba en paz!
Y aún si Colombia tiene cosas super hermosas (un post que describe sus maravillas en mi blog en italiano es: La lunga strada verso i Caraibi), tiene otras que pueden ser no tan fácil de acostumbrarse, por ejemplo el simple hecho de tomar un bus en Bogotá puede a veces resultar muy difícil, así como muestra este video….
Entonces, estaba en crisis. La buena noticia es que un día me enseñaron que crisis quiere decir oportunidad. Y así es, mi querido lector, si estás en crisis, quiere decir que tienes una oportunidad. En ese momento yo sabía (supuestamente) que era así…pero seguía preguntándome: “…y entonces…cuál es…esa oportunidad que me espera?” Aún no tenía la respuesta, pero llevaba conmigo una muy buena herramienta que es la meditación. La meditación no es solo sentarse en la posición del fior del loto, ni es cerrar los ojos o recitar mantras. Tal vez es también todo esto pero yo creo que, sobretodo, es observar nuestro entorno, observarlo con inocencia, con atención, sin comentarlo ni juzgarlo, tratando de no oponerse y de dejar fluir.
Y entonces, siguiendo con preguntas, meditaciones, observaciones, paso algo. Un día conocí a Irene, una chica italiana que desde hace un año estaba viajando por America Latina, con su hermano Marco. Me contó que en Colombia descubrió la Permacultura y esto me sorprendió, porque me había pasado lo mismo en el 2014. Ma había apasionado tanto que, volviendo a Italia, había montado en el balcón de mi casa una pequeña huerta vertical:
Pero, tal vez algunos de ustedes se preguntarán….¿que es la permacultura? Digamos que significa “cultura permanente” y es un sistema de vida que, empezando por la idea que los recursos del planeta son limitados, procura vivir en una manera más sostenible…porque…si no lo hacemos…antes o después los recursos…¡van a terminar! Irene escribe un blog, aún si es en italiano pongo el enlace porque lo considero muy interesante: Storie dell’altro mondo.
Pero, entonces, dejamos a un lado por un momento la escena de Elvio e Irene charlando en el hostal en Bogotá y volvemos a las preguntas que tenía en mi cabeza: ¿que estaba haciendo ahí? ¿que tenía que hacer? ¿tal vez era la permacultura la razón por la cuál me encontraba en Colombia? Como no tenía la respuesta decidi seguir el flujo (y el consejo) de Irene y me fui a conocer un lugar muy lindo, el Proyecto Gaia, dies hectáreas donde chicos de todo el mundo están buscando una vida más sostenible. Escribí una entrada sobre esa experiencia que se llama: Construyendo un mundo mejor. Luego me fui a Villavicencio para un curso de Permacultura y así nació otro post, que llamé: Un mundo mejor es posible.
Gracias a estas experiencias, ya me sentía meno solo! Además, dentro de mi nació una nueva idea. Es verdad, las cosas no estaban yendo así como me las había imaginadas, pero, ¿quién me decía que el universo no tenía planes mejores para mi? Los acontecimientos negativos, realmente lo son o simplemente, a veces, pasan para protegernos de experiencias peores. Se acuerdan del hombre que perdió un vuelo…y estaba convencido de tener mucha mala suerte…cuando se dio cuenta que se había caído el avión en el cual hubiera tenido que viajar? Escribí un poco antes de irme al Proyecto Gaia un post que habla de eso, se llama: Hoy les cuento tres historias. Las cosas mejoraban, pero cada día tenía aún que luchar en contra de la decepción y la vocecilla que desde dentro decía: “‘¿ves? llegaste acá pensando de conseguir muchas cosas pero después de un mes sigues sin hacer nada”. Y yo le contestaba: “bueno, primero no es cierto que yo no hice “nada”: estoy aprendiendo muchas cosas útiles, estoy conociendo personas que me están dando mucho y estoy escribiendo el blog…y…aparte de eso…siento que ¡lo más bonito aún no ha llegado! Y sobretodo, mi querida vocecilla, si esta experiencia que estoy viviendo me enseñará como callarte….¡valdrá la pena!
Por toda respuesta la vocecilla se burlaba de mi pero….solo en la segunda parte de esta entrada van a descubrir si ganará ella o si…el que rie ultimo, rie mejor. Esa voz despectiva, que todos, quien más, quién menos, tenemos dentro de nosotros, habla, compara, juzga, molesta. En las primeras semanas no se callaba ni un segundo, no me dejaba en paz. Sin embargo, yo sentía de estar en el camino justo: dejar de querer vivir las mismas cosas de mi primer estadía en Colombia y permitir a la vida de deslumbrarme, dejar que mi camino se eligiese por si solo.
FIN DE LA PRIMERA PARTE
p.d. En la oscuridad, siempre hay por lo menos un poquito de Luz (Como se llama este blog???) entonces quiero terminar la primera parte con una buena noticia, una anticipación de la segunda. Después de un mes encontré un cuarto en un piso compartido en Quinta Paredes, un barrio muy bonito. Lo compartí con tres chicas colombianas muy simpáticas (y la perrita Molly) Definitivamente me di cuenta después que el problema no fue la Perse sino mis expectativas, el apego a mi deseos, la energía estancada de los primeros días, la impresión de encontrarme en un callejón sin salida. Sin embargo, desde el día del trasteo algo cambió….se nota que empezaba a relajarme? 🙂
Quiero aclarar que, a pesar de mi peculiar situación interior, la experiencia en la Perse fue interesante e incluso me enseño mucho, por eso voy a compartir este lindo homenaje:
https:\/\/reflejosdeluz.bebidueoleandri.com//reflejosdeluz.bebidueoleandri.com//youtu.be/aCvwSBrAu-c
Esto es el Hostal Candelos en Bogotá, donde trabajé en mi primer estadía y donde, esta vez, conocí a Irene.
Marco, Irene y yo.
El día que me fui al Proyecto Gaia:
https:\/\/reflejosdeluz.bebidueoleandri.com//reflejosdeluz.bebidueoleandri.com//youtu.be/6CY0nclLiSc
Manifestación por la Paz, cerca de mi nueva casa a Quinta Paredes, Bogotá:
Gracias por leerme y hasta el próximo Reflejo!
Quiero dar las gracias a Laura Avila por sus valiosas correcciones, sus consejos, su ayuda.
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