Cómo nace este post? En un episodio que sucedió al inicio de nuestro viaje!
Al segundo día, durante una pausa que hicimos para descansar, nos dimos cuenta que cerca a nosotros había una mata de moras. Comimos algunas mientras charlábamos y notamos lo buenas que estaban; entonces comimos más y más hasta saciarnos. Nos ha gustado tanto, las moras y también la pausa en medio del verde, que nos dijimos: ¿por qué no hacerlo mañana otra vez? Y dicho y hecho: al día siguiente otra pausa, otra recogida, y así los días siguientes: recoger fruta se convirtió en uno de los ingredientes principales de nuestro viaje.
En este punto quiero acotar lo siguiente: Laura, mi chica, apenas había llegado de Colombia para quedarse por tres meses en Italia. Tres meses en un país extranjero implican no pocos gastos, sobre todo con el desventajoso cambio de pesos a euros y dado que decidimos viajar durante todo el primer mes, la única posibilidad era hacer un viaje ahorrando tanto como fuera posible. Y ese “como fuera posible” se concretó, para comenzar, en viajar con algunas precauciones: no tomar la autopista, alojarnos en casas de amigos o con couchsurfing, en hostales, B&B económicos donde hubiese cocina para no tener que comer en restaurantes. Además, debido a que la recogida de fruta nos había dado tan grata sorpresa y en línea con todo esto, nos preguntamos si fuese la ocasión de unir lo útil con lo agradable. Obviamente, la respuesta fue si!
Y no se imaginarían la cantidad de fruta que hay en Italia; obviamente no hablo de los cultivos, sino de la que crece espontánea y que nadie recoge. Ni siquiera nosotros lo imaginábamos, pero resultó que siempre almorzamos con fruta durante el viaje. El asunto de la alimentación se resolvió entonces así: desayunábamos en el hostal o en el B&B, y en la noche cocinábamos o comíamos afuera si nos apetecía, pero todos los almuerzos, sin excepción, los hicimos a base de la fruta, originaria, espontánea, deliciosa y gratuita que crece a los lados de las carreteras, en los senderos, en los bosques y cerca de los ríos.
Pero mas allá del ahorro, lo mas bello fue el enriquecimiento que esta práctica nos ha dado a nivel interior, espiritual. Mientras que nos alejaba de los objetivos típicos de un viaje como lograr metas y visitar cosas, nos alentaba a pasar tiempo en medio de la naturaleza lo cual siempre hace bien y finalmente nos hizo reflexionar y postular preguntas. Por ejemplo, vimos cuan increíblemente abundante y generosa es la naturaleza y que no nos damos cuenta de ello. Un almuerzo al día para dos personas durante un mes hacen sesenta almuerzos: quien pensaría que hubiese tanta fruta en los lugares mas impensables y además disponible para todos? Recogimos kilos y kilos, degustando sabores únicos en los frutos maduros recién tomados de su árbol o arbusto y por tanto inexistentes en las frutas de los supermercados.
También observamos otras cosas absurdas de nuestra sociedad de consumo: por ejemplo en el sur abundan los higos y sin embargo, a menudo nadie los recoge. Luego los encontramos empacados y listos en los supermercados con un precio alto. Ante esto no podíamos dejar de pensar: que sentido tiene? Ahora ven que es algo que va mas allá del ahorro? Tiene que ver con la gestión inteligente de los recursos, con la ecología, con la sostenibilidad, con el querer a nuestro planeta. Recoger la fruta en lugar de dejarla podrirse para comprar en el supermercado otra que aun no está madura, significa también evitar la marcha de un mecanismo perverso que explota la tierra y la contamina con fertilizantes y pesticidas, hace viajar la fruta en camiones, la embala, la empaca en plástico o papel… cuando todo esto se puede evitar!
Reflexionamos también que a veces cuando algo es muy abundante se le da poco valor. Se le da mayor valor a las cosas escasas, por ejemplo el oro vale mucho debido a que es escaso en el mundo o, regresando a los higos que ahora amamos, ocurre que pasan desapercibidos en el sur porque allí hay muchísimos, aun cuando son realmente grandes, dulces y jugosos. Cuando tratamos de aplicar esta metáfora a nosotros, nos preguntamos: qué abunda en nuestras vidas y por lo tanto no le damos valor? Es decir, cuáles serán esas cosas que tenemos por montones, ya sean físicas, emotivas, intelectuales o espirituales, que creamos, ofrecemos, adquirimos o recibimos, que pueden incluso ser muy valiosas, pero que no logramos ver porque es como aquella fruta, demasiado disponible y abundante?
Nos hemos acostumbrado a pensar que las cosas que “valen” son aquellas que cuestan mucho dinero o que son muy difíciles de conquistar. Quizá puede ser lo contrario, que tengamos ya toda una cantidad de satisfacciones y regalos, listos para ser recogidos y disfrutados, así como la fruta de nuestro viaje.
Y ahora, como siempre en cada reflejo que se respete, la galería de cierre. Espero les guste!
Primero que todo, sea dicho que a veces la recogida ha estado algo decepcionante…
otras veces abundante!
algunas veces para beneficio del ser humano…
…otras de los animales!
Y encontramos de todo!! Que tal estas ciruelas que recogimos entre Molise y Puglia?
Y estas brevas de Basilicata?
..o estas moras de Sicilia…
…o estas ciruelas de Campania…
…las brevas del Abruzzo…
… y ni hablar de los higos de Calabria …
Descubrimos que con la fruta se puede jugar…
…divertirse…
Posar con las peras…
…o con las brevas…
…a veces se necesita meterse en el bosque…
…otras veces a lo largo de los ríos…
…y otras en el campo a la vera de los caminos…
…y si alguno piensa que solo en verano hay frutos listos para recoger …no señores! He aquí estas bellas castañas recogidas cerca a Bolonia en octubre…
Y finalmente, otra pequeña gran cosa que permite ahorrar. Hay fuentes de agua en cada pueblecito y también en la ciudad. Llevar siempre una o dos botellas de agua para rellenar no solo se traduce en el ahorro por no tener que comprar agua (y en verano si que se consume mucha!!!), también permite no tener que botar todos los días esas dos o tres botellas de plástico que usamos. Recordemos que reciclar es bueno, pero mejor es evitar utilizar envases plásticos pues esto implica contribuir a que se produzcan menos. Dicho esto, si les gustó este artículo compártanlo y nos vemos en el próximo Reflejo!
Quiero dar las gracias a Laura Paulina Avila Rincón por la hermosa traducción y por los kilos y kilos de frutas recogidas conmigo.
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